Hospital de Sant Joan de Déu de Manresa

El nuevo edificio se plantea como un conjunto que se adapta a la topografía general del terreno que tiene un desnivel de más de 20 m entre sus extremos, proponiendo, como en el edifico actual, una planta central de acceso y de actividades ambulatorias entre la hospitalización y la consulta externa, unas plantas superiores destinadas a hospitalización, y unas plantas inferiores de actividad ambulatoria externa, de soporte a la actividad aguda y de servicios. Volumétricamente, si el edificio actual se lee como un peine, el nuevo edificio también seguirá esta norma pero girada 90º para permitir la adaptación a la topografía, a la mejor orientación global del solar disponible, y también a la morfología de crecimiento de las edificicaciones de la ciudad. El nuevo edificio dejará de ser una edificación aislada en el medio del terreno para pasar a adaptarse a la alineación de la fachada del Paseo delante de Sta Clara. La utilización del ritmo de la luz como norma de composición, ha estado el criterio seguido en la formalización del nuevo edificio. Ya desde el vestíbulo de entrada, un gran volumen a triple altura (exterior/interior) que recoge las entradas de hospitalización, consulta externa y urgencias, cubierto con un lucernario de lamas, da la primera lectura de que "la luz" será la que ordenará todo el sistema compositivo del nuevo edificio, y además puede tener también una segunda lectura relacionada con las virtudes naturales curativas de esta luz. A partir de este concepto, la disposición de cada uno de los servicios que tendrá el nuevo edificio se ordena al rededor de unos patios que ya se leen desde los vestíbulos de entrada, y que acompañan a usuarios y profesionales por los distintos servicios y plantas del edificio. Ciertamente el edificio se proyecta en base a unos volúmenes modulados de 18,30 m de ancho, separados por patios de 4,80 m, y cada uno de estos volúmenes modulados recoge, según la definición de las plantas, los servicios que han sido ubicados.